Hace unos días, el diario El País publicó una nota sobre la precariedad en la que se encuentran los trabajadores del arte en España. Específicamente los actores y actrices. https://elpais.com/cultura/2019/11/23/actualidad/1574504706_482638.html
En ese artículo se menciona que “ Por cada intérprete que llega a fin de mes de manera holgada, hay 50 que no. La mitad de los actores cobra menos de 3.000 euros al año. Y eso los que trabajan.” Y afirma contundentemente que “Quien reina en el mundo de la interpretación no es ni el método, ni el cine, ni las series: es la precariedad.”
Precariedad que ha sido históricamente enfrentada no solo por los actores, sino por los artistas y gestores culturales en general a través del pluriempleo, haciendo de este una constante en la producción cultural. David Throsby (2001) al referirse a las principales características del mercado de trabajo en el arte en su libro Economía y Cultura, señala que el pluriempleo entre artistas y creativos se deriva de la necesidad de obtener ingresos mínimos para supervivencia. Throsby deja muy claro que en el campo de la producción artística y cultural, son muy pocos los trabajadores que elijen o pueden trabajar a tiempo completo en su ocupación creativa (yo me atrevería a decir que son menos aún las trabajadoras. Obtener datos al respecto es una de las tareas más urgentes), por lo que las industrias culturales contienen de forma predominante trabajadores de tiempo parcial, disminuyendo con ello la posibilidad de incrementar la productividad, pues resulta muy difícil, cuando no imposible, aplicar mecanismos de división y especialización del trabajo.
Esta multiplicidad de tareas a las que se enfrentan quienes trabajan en la producción cultural afecta no solo la productividad como capacidad de generar ganancias, sino que también puede afectar la calidad del trabajo creativo y también la calidad de vida de quienes se dedican a estas actividades.
En un estudio realizado en 2014 para el entonces Consejo Nacional de Cine, se establece que en nuestro país las actividades, tareas y roles de los actores que son parte de la cadena de producción de cine se sobreponen unas a otras y generalmente son asumidas por el área de producción, que en muchos casos está formada por una sola persona, y no es raro incluso que ésta sea el mismo director. El informe señalado indica que esto termina afectando la rentabilidad de todo el proceso, siendo las etapas de distribución, circulación y exhibición las más débiles de la cadena. (Montalvo para Cncine, 2014)
Quienes se dedican a estos trabajos artísticos, culturales, de producción simbólica, saben que la calidad de su trabajo depende del grado de dedicación (en extensión y en intensidad) al componente creativo, artístico y de investigación. Están conscientes de que dedicar su tiempo a otros empleos pero también a actividades administrativas y de gestión del mismo proyecto creativo, perjudican el nivel de su obra y, en varias ocasiones, han manifestado que en los casos en los que pueden contar con personal especializado
para estas tareas, todo el proceso de producción mejora. Pero esto no es posible en todos los casos. De hecho, los proyectos que cuentan con un área administrativa independiente son minoría, con las consecuentes sobrecargas de trabajo y disminución de capacidad productiva.
Aunque el pluriempleo represente una especie de “salvación”, no implica necesariamente asegurar la estabilidad. La enseñanza y la docencia tampoco escapan por completo de la desvalorización social y económica, ni de la misma precariedad y no todos pueden llegar a ejercerlas; se requiere de una acumulación previa de capital simbólico para llegar a esa instancia. Es decir, se necesita haber vivido la necesidad para poder acceder a ese mecanismo para cubrirla.
Estas condiciones de trabajo, y de vida, porque las personas no nos desdoblamos, esta obligación de realizar múltiples actividades, con el consecuente desgaste físico y la evidente disminución del tiempo personal, familiar y social, genera un sentimiento de frustración y de insatisfacción en artistas y gestores.
Sin embargo, los artistas no abandonan la creación. El trabajo continuo mantiene a las personas que trabajan en el arte en circulación en el medio, bajo la idea de que de una cosa sale otra y que es necesario mantenerse vigente solo para contemplar la posiblidad de ser convocado para un proyecto.
Sin embargo, es esta constante circulación la que asegura, por otro lado, la rentabilidad de otros actores de la cadena de producción del arte. Toda la creación producida en condiciones de mayor o menor dificultad, es aprovechada, y explotada, por los circuitos comerciales y estatales.
El momento en que un evento, por ejemplo un festival es apoyado, en cualquier medida, por el Estado, éste obtiene una ganancia simbólica y política en relación con el prestigio previamente conseguido por el festival. También sucede en el caso de los eventos organizados por el propio Estado, que establece pagos estandarizados por las obras, que casi nunca cubren los costos reales de su creación y realización y, en algunos casos, ni siquiera los del montaje o exhibición puntuales, pero que los artistas y productores se ven obligados a aceptar porque es uno de los pocos pagos que encuentran disponibles para su trabajo.
El circuito comercial se apropia también de la capacidad creativa y de la experiencia de trabajo acumulada por artistas, gestores y productores, extrayéndola para ubicarla en sus productos específicos, tal como sucede con la publicidad.
Así, a pesar de que el tiempo que quede disponible de realizar los trabajos “productivos” sea poco (en algunos casos en áreas relacionadas, como la docencia o, en el caso del cine, la publicidad, pero en otros casos en actividades y sectores absolutamente diferentes de la producción artística), los procesos creativos siguen surgiendo, aún cuando esto sea en condiciones de informalidad y/o precariedad. En este punto cabe señalar que la OIT considera a la incipiente división del trabajo, y la consecuente baja productividad laboral, como una de las características de la informalidad.
Mientras que la precariedad tiene que ver con los trabajos a plazo fijo, eventuales, por subcontrato o a domicilio. A estas características, junto a Precarias a la deriva (2004), sumo aquellas que afectan a las condiciones de vida de quienes se dedican a estos trabajos: las incesantes variaciones en los contratos, la dislocación de los tiempos y los espacios del trabajo, la inexistencia de salario y la ausencia de regulación laboral por mínima que ésta sea. Estas autoras concluyen que la precariedad se refiere al conjunto de condiciones, materiales y simbólicas, que determinan el grado de incertidumbre respecto del acceso para los recursos esenciales para el pleno desarrollo de la vida.
Es así como la imposibilidad de generar ingresos suficientes lleva a artistas, gestores y productores a situaciones de pluriempleo que restan tiempo y energía a su principal actividad. Esto afecta a la vez la calidad o el tiempo que requiera la producción de sus obras, dificultando con ello el camino para generar el capital simbólico que les asegure seguir circulando. Se arma así un círculo vicioso, a modo de trampa en el que encontrar las pocas salidas a la paradoja entre crear o subsistir puede convertirse en todo un desafío vital.
Referencias:
Ecuador, CNCINE. 2014. Propuesta de establecimiento de un sistema de distribución de cine nacional en el Ecuador. Informe final de consultoría realizada por María Gabriela Montalvo Armas.
Labrunée, María Eugenia y Marcos Esteban Gallo. 2005. “Informalidad, precariedad y trabajo en negro: distinción conceptual y aproximación empírica”. Realidad Económica 210: 60-76.
Precarias a la deriva. 2004. A la deriva por los circuitos de la precariedad femenina. Traficantes de Sueños.
OIT. 2012. “Del trabajo precario al trabajo decente”. Documento final del simposio de los trabajadores sobre políticas y reglamentación para luchar contra el empleo precario. OIT. Disponible en: https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---dgreports/-stat/documents/publication/wcms_220537.pdfal
OIT 2013. “La medición de la informalidad: Manual estadístico sobre el sector informal y el empleo informal”. OIT.
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