Durante los últimos tres años, este espacio ha crecido y constantemente se renueva y reinventa con nuevas propuestas como la de mostrar cine casero, pero sin descuidar la programación que se mantiene fiel a la filosofía con la que nació este festival, ser una ventana para el cine experimental y poético del Ecuador y el mundo.

La cita para disfrutar de la programación arranca este 14 de noviembre con la película “Pirotecnia” de Federico Atehortua en el Teatro Sucre de la ciudad de Cuenca a las 19h00. Finalmente, para cerrar con broche de oro se proyectará una obra performática en formato súper 8 que contará con musicalización en vivo.

Javier Izquierdo, cineasta ecuatoriano, fue invitado a realizar una película para la “I Bienal de Arte de Oslo” en Noruega. El resultado de esta invitación es el documental "Crimes of the future: a film about a film about a book about a city" (Crímenes del futuro: un filme sobre un filme sobre un libro sobre una ciudad), que explora la adaptación al cine de la novela "Hambre" del Nobel noruego Knut Hamsun en 1966.

El estreno mundial de la última película de Izquierdo, que tuvo un lleno total, contó con la presencia y un conversatorio con su director. Además, en el marco del ciclo de cine llamado "Where memories are made", se exhibieron las películas "Un secreto en la caja" (2016) y "Panamá" (2019) –en su estreno mundial– ambas películas ganadoras del Fondo de Fomento Cinematográfico del ICCA.

El Festival "Los Encuentros del Cine Latinoamericano en Bordeaux", Francia, se desarrolla de manera ininterrumpida desde hace 37 años; y, desde su creación en 1983, tiene como objetivo el promover la difusión de las cinematografías l independientes y emergentes de Latinoamérica.

En el marco de la edición 37, que se llevará a cabo del 18 al 24 de marzo de 2020 en Bordeaux/Pessac, Francia, la asociación Francia América Latina, ha lanzado su convocatoria que estará abierta hasta el 30 de noviembre de 2019. Los interesados pueden escribiendo a [email protected] o a través de la plataforma Festhome.

En el Festival se otorgarán el Premio del Público al Documental independiente y Premio del Público a la Mejor Ficción. Cada premio cuenta con una dotación económica de 1.000 euros.

En el certamen pueden participar todas las películas que traten algún aspecto de América Latina o cuyos directores residen en América Latina. Las obras deberán haber sido producidas entre 2018 y 2020 y tener una duración de al menos 45 minutos. Cada premio cuenta con una dotación económica de 1.000 euros.

Los interesados pueden inscribirse hasta el 30 de noviembre de 2019 escribiendo a [email protected]

Mayor información de bases y reglamento en: https://festhome.com/f/5290
http://www.cineyaudiovisual.gob.ec/wp-admin/post.php?post=1181&action=edit

El IDFA es conocido por ser el Festival más grande e importante para el cine documental. ¿Qué significa para ti ser parte de su equipo?

Creo que más allá de representar un reconocimiento a un trabajo de programación coherente, sólido y arriesgado que llevamos a cabo en EDOC conmigo a la cabeza, constituye una gran responsabilidad. Considero que al formar parte del equipo de programación de un festival tan grande y con tanta repercusión internacional, estoy en una posición de poder, y estoy segura que ese poder debe ser asumido con sencillez, coherencia y por supuesto, con responsabilidad, pues las decisiones de programación que se toman en un festival de tal alcance determinan en gran parte el curso que puede tener una película.

Para mí, entonces, es importante poder estar ahí y defender un tipo de cine en el que creo, un cine plural, realizado con medios de producción menos evidentes, hecho "a mano" si se quiere, un cine realizado fuera de los grandes centros de producción, no solo a nivel mundial, sino específicamente por países, es decir, considerar también un cine más periférico al que se produce en los grandes polos.

¿Cuál ha sido tu experiencia dentro de otros festivales y del cine documental?

Mi primer trabajo en un festival fue en los Encuentros del Otro Cine, EDOC. En 2005 pasé una temporada en Israel y allí tuve mi primera experiencia empírica de curaduría, al organizar una muestra temática sobre el conflicto palestino- israelí. Al volver a Ecuador me sumé al equipo como jefa de prensa y asesora de programación. Dos años más tarde asumí la dirección artística del festival hasta 2016. Sigo cerca de EDOC como integrante del directorio y asesora de programación.

Desde hace tres años hago parte también del equipo de programación de Ambulante, en México, un festival maravilloso en un país donde me siento en casa. En 2013 dirigí la programación del Festival de Cine La Orquídea, Cuenca. He programado también muestras temáticas y exhibiciones puntuales en países como Brasil, Colombia y Estados Unidos.

He realizado un par de cortometrajes, entre ellos Derivadas, en 2015, y me he dedicado también a estudiar la obra de Eduardo Coutinho. En 2012, co-edité la primera publicación en español dedicada exclusivamente a su trabajo.

Ecuador es un país donde se crea mucho cine documental, incluso más que ficción, ¿cómo ven el cine documental ecuatoriano en otros espacios internacionales y principalmente cuál ha sido la presencia y relación del cine ecuatoriano con el IDFA?

Contrariamente a lo que planteas en tu pregunta, creo que en Ecuador se produce poco cine en general, y creo que esto es una consecuencia directa de las limitadas formas de financiamiento que dificultan el andamiento de los proyectos.

IDFA se celebra desde 1988 y ha recibido siete películas ecuatorianas, la primera de ellas en 2006. Fue Cuba, el valor de una utopía, de Yanara Guayasamín, coproducción con Bélgica que participó en la competencia oficial de largometrajes, la sección insigne del festival. También en competencia (de óperas primas) estuvieron Abuelos, de Carla Valencia, y Con mi corazón en Yambo, de María Fernanda Restrepo. Este año una película ecuatoriana estará en el programa, Atajos, de Daniela Delgado, un cortometraje que ya viene con un recorrido importante, la única cinta latinoamericana en la sección Paradocs dedicada al cine de vanguardia.

Tal vez la cifras no digan mucho por sí solas, entonces comparemos esa representación con la de otros países latinoamericanos: Colombia ha tenido el doble de filmes seleccionados; Perú, más de una decena; Chile, 50; Argentina y México, alrededor de 70 (según datos que se pueden contrastar en la página web del festival).

Es difícil hablar del cine de un país como un todo, pues creo que la actividad artística se caracteriza precisamente por ser un conjunto de singularidades —por más que trazos comunes identifiquen a la producción de un determinado país, y que suelen estar marcados por su memoria histórica y en ciertos casos la coyuntura política—. En todo caso, a diferencia de Chile o México, que son países de los que se puede afirmar que tienen una presencia sólida y constante de cine documental, creo que en Ecuador éste aún está conformado por pasos aislados y tengo la impresión de que es así como se lo percibe desde fuera.

¿Qué piensas que le falta al documental ecuatoriano para estar a la altura de otros países que destacan a nivel internacional?

Fuentes de financiamiento que permitan a los realizadores tener carreras más prolíficas y enfocadas, apoyo institucional sostenido, presencia de delegaciones en festivales y mercados, espacios de formación profesional. Esto, desde la producción y sus condiciones.

Por otro lado, considero que los documentalistas ecuatorianos necesitamos desarrollar una capacidad de respuesta más empática y efectiva hacia al momento presente, salir un poco de lo autoreferencial para cuestionar más vigorosamente nuestro momento actual.

La realización de mi primer cortometraje fuera de la escuela de cine fue durante el taller "Filmando en Colombia con Abbas Kiarostami". En él, tuvimos diez días para crear una obra desde cero: sin una idea previa, sin un equipo conformado, sin conocer a los actores ni las locaciones; todo surgiría dentro del mismo taller. El primer corte de mi obra duraba alrededor de 45 minutos, pero algo dentro de mí quería que dure al menos 60 minutos para que así sea considerado como un largometraje y poder decir: "logré hacer mi primera película". Cuando se lo quise mostrar a Kiarostami, él fue muy claro y dijo: "no voy a ver 45 minutos de material, no te niegues en que hay más por cortar". Luego, en una charla, añadió que lo más probable es que los alumnos del taller que tengan las cámaras más pequeñas van a tener los cortometrajes más grandes. Y acertó, los alumnos que aprendieron a economizar en todo sentido, a desprenderse de sus egos en pro de un encuentro con la sencillez, lograron los cortometrajes más destacados.

Desde ese taller me replanteé mi concepción sobre el cine. Al presentar mis cortometrajes, varias veces me han dicho "¿Y para cuando tu primera película?", denotando la desvalorización que ha sufrido y olvidando que el cine nace en los cortometrajes. Kiarostami realizaba al menos cuatro cortometrajes entre cada largometraje y decía: "El cortometraje no es sólo un peldaño previo al largometraje, sino que es un género con su propia personalidad. Es una obra perfecta y completa, donde el realizador explora y plasma su personalidad". Tras sus palabras me cuestioné algunas cosas: ¿Si no logras plasmar tus huellas dactilares en un cortometraje para sujetarlo, cómo vas a sostener el peso de un largometraje? ¿Por qué el largometraje debe ser el peldaño a conquistar de un cineasta?

A raíz de ese taller he realizado al menos un cortometraje al año, luego de que Kiarostami nos dijera: "Si lograron hacer una obra en 10 días, ¿qué les ha impedido antes hacerlo y que se los va a impedir ahora?" Desde entonces, aunque haya participado de alguna manera en largometrajes, no he sentido mayor libertad que realizando un cortometraje. Siento que se me ha hecho menor el peso de la imposición de un modelo de creación que espera resultados sistemáticos, desde la figura de los productores, los inversionistas, los distribuidores, inclusive la escritura del guion. En un cortometraje hay mayores posibilidades de crear un guión en el mismo rodaje; de poder filmar, editar lo filmado y continuar filmando. Hay mayor espacio para la experimentación y la búsqueda de una propia voz, siempre y cuando se logre manejar estratégicamente los recursos. Mientras que en el largometraje se tiende, por la burocracia de la industria cinematográfica per sé, a destinar la mayoría del tiempo de la creación de la obra a la escritura del guión y desarrollo (levantamiento de fondos, auspicios, mercados y laboratorios), en un cortometraje se puede destinar la mayor cantidad de esfuerzo a la preproducción, producción y postproducción.

Un mito común sobre el cortometraje es que tiene pocas opciones de venta, exhibición y distribución, cuando en la actualidad en realidad se siguen multiplicando el número de plataformas de inscripción digital de cortometrajes y con esto el número de festivales de cine con subcategorías y temáticas que ofrecen premios en efectivo o cubren los gastos de asistencia del autor al festival. Además han aparecido varias maneras de representar un cortometraje: realidad aumentada, realidad virtual y nuevos medios en general. Acortando con el cortometraje no solo el tiempo entre la idea inicial y la exhibición, sino llegando a otras pantallas más allá de las salas de cine. La venta también ha crecido desde la expansión de las plataformas digitales de exhibición.

Tampoco creo que el cortometraje sea el peldaño superior de un cineasta, sino el hecho de llegar a hacer cine y, al conquistarlo, usarlo como una herramienta para algo más grande; ya sea en minutos u horas, en formato ficción, documental o animación. Lo importante es que no sea regido por la hegemonía audiovisual, sino por la propia voluntad y honestidad del creador frente a su obra. Que cada segundo de la obra sea respetado: no por ser un cortometraje no merece igual respaldo y esfuerzo que un largometraje, siempre y cuando cualquiera sea la duración este sustentado en un contenido esencial. Ahora cuando me planteo una obra o tengo el material para editarlo, recuerdo ese corte de 45 minutos y me digo "No te encasilles en la duración, solo has cine”, si la esencia filmada no es suficiente, no contamines el material estirándolo o rellenándolo con elementos ajenos a esa esencia; si hay demasiado, no sacrifiques las pausas. Hacer cine es justamente desprenderse de caprichos y ser capaz de decir "esto está de más" con la misma facilidad que "aquí le falta un respiro".

Los tiempos cambian y consigo cambian las diferentes formas en que se narran historias. La gran pantalla y la televisión ahora no son la única forma de ver creaciones audiovisuales. Los contenidos digitales en celulares y plataformas alternativas ganan espacio día a día y empiezan a captar a un público que ya no está conforme con sentarse por dos horas a ver una película, sino que busca una nueva experiencia que lo haga sentirse parte de la historia.

Es así que en el mundo se pueden ver festivales que se dedican a estos espectadores que están ávidos por ver contenido desarrollado para realidad virtual o realidad aumentada e inmersiva. Ecuador no se queda atrás. La carrera de Multimedia y Producción Audiovisual de la UDLA ha organizado el primer festival de este tipo en el país.

MULTIFEST es el nombre que se ha escogido para un festival que pretende mostrar lo mejor de la tecnología, innovación y creatividad. Un proyecto que nació 5 años atrás con la feria Multifest, organizada por la misma facultad, que incluía proyectos de animación, interactividad, producción audiovisual y VR, y que buscaba ser un lugar para que alumnos puedan mostrar su creatividad, ingenio y talento a la hora de innovar en la narración audiovisual.

La gran acogida de esta feria hizo que desde la universidad se diera un ambicioso giro para que la feria se convierta en un festival a nivel nacional y que en un futuro cercano pretendo llegar a ser internacional. El objetivo de este espacio es captar el interés de productores, artistas reconocidos y todo aquel, que con el uso de la tecnología, incursione en nuevas formas de narrativas e interactividad con el espectador.

Para esta edición la temática principal será la realidad aumentada y realidad virtual, y se realiza gracias a la UDLA y al apoyo de la Alianza Francesa y la Embajada de Francia en Ecuador. Este es un evento muy importante, ya que, como lo plantea Paulina Donoso, directora del festival, “La realidad Virtual y la realidad Aumentada abren un mundo de posibilidades tecnológicas para contar historia, en las que el espectador se convierte en un personaje más. Creatividad, Tecnología y un mundo de creación, es el Primer Festival Internacional de VR y AR Multifest”.

Como acto inaugural la organización decidió programar, este 25 de noviembre en las instalaciones de la UDLA en su campus UDLAPARK, y extenderá su programación hasta el 29 de noviembre en las sedes UDLA, Alianza Francesa y Teatro Variedades. También se realizarán presentaciones de expertos de Francia, Argentina y Ecuador. Cabe recalcar que los eventos del Multifest son totalmente gratuitos.